Cuatragésima quinta exaltación al pabellón de la fama dominicano cargada de gran emotividad
La llegada al Pabellón de la Fama del Deporte Dominicano de siete deportistas es un fiel ejemplo de que las personas nunca pueden desmayar en sus propósitos de conseguir una meta.
En eso coincidieron algunos de los ex atletas inmortalizados este domingo en el Cuadragésimoquinto (XLV) Ceremonial de la Fama, en un brillante acto cargado de emotividad que tuvo como escenario el Aula Magna de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).
El Ceremonial fue dedicado al lanzador Pedro Martínez, ganador de tres premios “Cy Youg” en las grandes ligas, quien fue reconocido de manera especial, junto al empresario y deportista Antonio Najri (Papía). El acto contó con los auspicios de Claro, Banco Popular Dominicano, Fundación Brugal, Banco de Reservas, Lidom y el Ministerio de Deportes.
Pascual Díaz, Raymundo Fermín, Rafael -El Pollito- Ortega y Enrique -Quisque- Cruz, cuatro ex atletas que representaron dignamente al país en las disciplinas de voleibol, tenis de mesa, levantamiento de pesas y béisbol, respectivamente, son parte de los nuevos deportistas que ya tienen un luchar en el nicho de la inmortalidad.
Con ellos también fueron catapultados a la gloria del deporte los ex peloteros profesionales Gerónimo Berroa, un antiguo jardinero y ganador de dos premios de “Jugador Más Valioso” en Series del Caribe y uno en el béisbol local; y José de León, uno de los lanzadores abridores nativos más duraderos en las Ligas Mayores.
El séptimo exaltado fue Fortunato Quispe Mendoza, un boliviano de nacimiento que se enrraizó en el país en 1965 y germinó la semilla del fútbol dominicano desde esos tiempos hasta hoy cuando todavía se mantiene fomentando y desarrollando este deporte. Mendoza fue elegido como propulsor.
El selecto grupo de deportistas fue elevado a la inmortalidad por sus grandes logros en los escenarios competitivos en respectivas épocas y por la trayectoria de ciudadanos íntegros y ejemplares que han sido en sus vidas privadas.
Todos agradecieron a Dios por dotarlos del talento para desarrollar carreras largas y fructíferas para gloria del país y personal. De igual, modo, Fermín, Díaz, Ortega, De León, Cruz y Berroa tuvieron palabras de gratitud para los responsables de sus respectivas elecciones, responsabilidades de los miembros de Comité Permanente del Pabellón de la Fama, el Comité de Veteranos y por los periodistas que integran las diferentes Asociaciones de Cronistas Deportivos del país.
“Siento una alegría y enorme satisfacción de estar en el lugar donde no todos los atletas tienen la fortuna de llegar. Es la coronación de una meta, de un sueño, y le dice a uno que nunca puede desmayar en un propósito de alcanzar metas,” dijo Pascual Díaz, considerado, junto a Héctor Romero y Carlos Morales, ambos inmortales, como los más grandes voleibolistas de todos los tiempos.
“Estoy orgulloso y honrado de lo que hoy el Pabellón de la Fama me acaba de conceder,” replicó Díaz, un defensor opuesto que luego se convirtió en el mejor acomodador del área y posteriormente hizo la transición con notable éxito hacia un jugador universal. Agradeció la oportunidad que le dio el Club Bameso, dijo que practicaba béisbol y que jamás pensó que sería voleibolista.
Raymundo Fermín, quien junto a los también inmortales Juan Vila y Mario Alvarez Soto representan la esencia del tenis de mesa dominicano, calificó su exaltación como una bendición de Dios. “Lo apreciaré en el resto de mis días, pero debo ser franco y decir que nunca lo soñé. Un atleta hace deporte con la confianza de llegar a lo más alto en el ámbito competetivo, pero jamás piensa que será inmortal,” comentó Fermín, quien dijo que su hermano y edecán, Rolling, fue todo para él.
El santiagués de 50 años de edad fue ganador de 15 medallas entre Juegos Centroamericanos y Panamericanos. Participó en las Olimpíadas de Seúl ’88 (Corea del Sur) y 52 en sencillos y 27 en dobles haciendo pareja con Alvarez Soto. Durante su trayectoria ganó diez veces el título nacional.
Accionó en cuatro versiones de los Juegos Panamericanos (San Juan ’79, Caracas ’83, Indianápolis ’87 y La Habana ‘91) y tres veces en los Juegos Centroamericanos y del Caribe (La Habana ’82, Santiago ’86 y México ‘90).
“Este reconocimiento es una muestra de que uno hizo un trabajo positivo como atleta y como ciudadano. Esto hay que valorarlo porque no todo el mundo tiene la dicha de ser un inmortal del deporte,” dijo Berroa, uno de los grandes jugadores del béisbol dominicano y quien tuvo una buena carrera en las ligas mayores.
José de León, líder de ponches de la Liga Nacional con 201 en 1989 cuando ganó 16 lanzando para los Cardenales de San Luis, dedicó la inmortalización a su familia, al señalar que “fue y sigue siendo mi mayor fuente de inspiración.” Su hija Priscila también se dirigió a los presentes y señaló que “la familia agradece que hoy se premie el esfuerzo de mi padre desde los 13 años.”
“En nombre de mi familia que ha venido desde Bolivia, Estados Unidos y España, agradezco al país y al Pabellón de la Fama mi elección como inmortal. Estoy contentísimo de llegar a la cumbre del deporte y desde ahora podré descansar en sana paz. Esto que me dan lo calificó como un acto de generosidad de un país bondadoso que me acogió como uno de sus hijos,” dijo Fortunato Quispe Mendoza, el más grande propulsor del fútbol del país.
Enrique Cruz, héroe de la medalla de oro ganada por República Dominicana en los Centroamericanos y del Caribe de La Habana ’82 (Cuba) y la de plata conquistada en los Panamericanos del 79 cuando produjo un jonrón para dejar a los Estados Unidos en el terreno de juego, definió su elección como un privilegio y un honor.
“La inmortalidad de un atleta es una combinación de una meta de sueño y ensueño. La acepto de todo corazón y con gran satisfacción del deber cumplido en una época en la que los atletas lo dábamos todo de corazón a la hora de defender la Patria en competencias internacionales,” dijo Quique Cruz, un atleta que representó al país por más de diez años y a nivel nacional jugó béisbol Doble A durante 25 temporadas.
Rafael Ortega, múltiple ganador de medallas de oro, plata y bronce en Juegos Centroamericanos y Panamericanos y dos veces número 10 del mundo de los 56 kilogramos (en 1981 y 1982) en Campeonatos Mundiales), agradeció la elección y dijo sentirse orgulloso de ser el segundo ligado a las pesas que llega al Salón de la Fama. El primero fue Amaury Cordero.
Tuvo como uno de sus principales logros la medalla de plata que conquistó en los Juegos Panamericanos de Medellín, Colombia, en 1978. También ganó medalla, pero de bronce, en los Juegos Panamericanos del 83 disputados en Venezuela.
Ortega obtuvo varias medallas de oro, plata y bronce a nivel de Juegos Centroamericanos, después de su primera presea en la versión de 1974. En el plano local ganó diez títulos nacionales, más de medallas de oro consecutivas en Juegos Militares y tuvo 34 años como atleta y entrenador en el deporte de los Juegos Militares con la Marina de Guerra.
El Ceremonial incluyó la entonación de los Himnos Nacional y del Pabellón, a cargo del Orfeón de Santiago que dirige el reverendo padre César Hilario. El padre Kernnedy Rodríguez bendijo el acto, que fue presidido por los doctores Luis Scheker Ortiz y Carlos Lamarche Rey, principales directivos del Pabellón; y José Antonio Rodríguez Conde, Presidente de Honor del Ceremonial.
También actuaron Atilio de Frías, Rolando Miranda, Rafael Damirón, Rubén Andújar y Gonzalo Mejía, directivos del Pabellón de la Fama; la atleta de boliche Aumí Guerra, los periodistas Juan José Rodríguez y Gustavo Rodríguez, el reportero gráfico Isaac Calvo, el cronista César Daniel Medina Núñez. Al final el general ® Marcos Jiménez fue designado Presidente de Honor del Ceremonial del 2012.
Los edecanes fueron el general Tomás González, de Quispe Mendoza; Luis Manuel Bonetti hijo, de Berroa; Wenceslado Tejeda (Laíto), de Quique Cruz; Luis Mercedes, de José de León; Germán Díaz y Roling, acompañantes de sus hermanos Pascual y Raymundo; y José Márquez, edecán de Ortega.