BIENVENIDA SOCIAS JIMÉNEZ
Bienvenida Socías nació el 19 de septiembre de 1923 en la ciudad de San Fernando de Montecristi, República Dominicana.
En sus años de atleta, medía 5’6” y con un peso de 120 libras.
Socías contribuyó a levantar el baloncesto femenino en el país, en una época vetada para las mujeres, y en el que el ánimo para que la aparición de nuevos talentos en los pueblos de entonces.
A los 13 años cursaba el octavo grado en la Escuela Graduada de Niñas de su ciudad natal, bajo la dirección de inspector de Educación, Bolívar Creus, asimiló las enseñanzas del baloncesto para distinguirse entre sus compañeras de juego por su rapidez incomparable y por sus inverosímiles encestes.
Su padre, José S. Socías, propulsor del deporte en Montecristi, tan pronto como notó las buenas cualidades y el interés que tenía su hija para dicha disciplina, construyó una moderna cancha en el patio de su casa para que Bienvenida, sus hermanas y amigas, practicasen a su antojo.
En la casa paterna, los fines de semanas recibían equipos procedentes de Valverde Mao y Santiago, las que eran tratadas como princesas, siempre Bienvenida era la líder anotadora en los intercambios.
En una visita de juego a Valverde Mao, en julio de 1941, allí anotó 30 puntos de un total de 44 que marcó su equipo.
En 1940, su padre se traslada a Santiago de los Caballeros con toda la familia. Allí, Bienvenida ingresó al equipo Deportivo Santiago en junio de 1941, en cuyo equipo se convirtió en la más pujante y extraordinaria jugadora frente a su rival Atlético Cibao, junto a Flora Borrell y Anais González, en inolvidable serie amistosa en 1941.
Su juego, tanto ofensivo como defensivo, y con arte filigránico, desconcertaba de manera asombrosa a sus rivales, quienes desesperaban ante la calidad y serenidad de la ardiente noroestana.
Por su velocidad inmensa, dominio del balón, sus logros personales y colectivos en las canchas, Bienvenida fue
proclamada siempre como la máxima estrella del baloncesto femenino de principio de la década de 1940.
Socías, en 1977, se convirtió en la primera dama del baloncesto nacional en ser inmortalizada en el Pabellón de la Fama del Deporte Dominicana, tras la ceremonia celebrada en 1977.